miércoles, 24 de diciembre de 2008

El maravilloso mundo de los desguaces

Anteayer me dirigía con los amigos a hacer una marcha por la montaña nevada, pero en cuanto dejé la autopista en Villalba para coger la carretera a Navacerrada, oí un golpe en mi ventanilla seguido de una completa desintegración de ésta.

Paré dónde pude, unos metros más alante, pues estaba lleno de cristales. Con el chaleco reflectante puesto, me fuí al lugar de los hechos a buscar algún proyectil. Nos ignoraron dos motos de policía y un coche de la Guardia Civil. Más tarde otro coche de la Guardia Civil miró un poco y volvió a ignorar.

No había ningún proyectil en el lugar, ni por entonces nadie en la zona desde la que se pudo lanzar, un parque situado ligeramente más bajo lo que facilitaría ocultarse. El proyectil pudo ser de algún coche que me curzara, pero al no haber prácticamente curva en ese punto es difícil que fuese hacia otro carril. Pensé la posibilidad de que hubiera estallado por la temperatura, pero a mí me pareció oir un golpe y además la forma en la que se rompió el cristal parte de un único punto:


Después de esto, tras recoger los cristales del asiento y los que pudieran caerme encima, nos dirigimos al cuartel de la Guardia Civil a avisar de los hechos, pero sin llegar a denunciar.

Contacté con el seguro para ver si tenía las lunas cubiertas pero no, desde hace pocos años ya no tengo esa opcion, al acogerme a una modalidad mas barata. Así que me tocaba buscarme la vida. Obviamente no podía permitirme lo fácil, ir a un taller, dejar el coche unos días y pagar cientos de euros. Así que nos dirigimos a los desguaces.

Desgraciadamente los desguaces están situados en la otra punta de la comunidad, el sureste (Villalba está el noroeste), así que no tuve que dar un rodeo para pasar por casa a por las herramientas.

Los denominados "auto-desguaces" son la modalidad más barata y en coches antiguos muchas veces la única. Consisten en que ponen a tu disposición lo que sería prácticamente un cementerio de coches y es el cliente el que se busca la vida. Un autoservicio, vamos, pero con el gran inconveniente de que los productos no están fácilmente accesibles, sino que hay que conseguir desmontarlos del coche, lo cual suele ser mucho más difícil que montarlo.

Para ayudar todavía menos al cliente, no se prestan herramientas, hay que traerlas de casa. Por esa razón por el camino paré en casa a coger todas las herramientas que pude y de paso desmontar la puerta, por dos razones: asegurarme de que disponía las herramientas para desmontarla, y poder limpiar todos los cristales en el aspirador de la gasolinera más cercana.


Parecía que no tenía fín la cantidad de cristalitos, por muchos que se aspiraran, quedaban más. Y alguno quedó después de 6 minutos aspirando.


Tras esto, nos dirigimos al polígono Almayr, en San Martín de la Vega, en dónde se encuentra un gran número de desguaces, el más grande y mejor (también tiene algunas piezas nuevas) El Choque. Hasta ahora le tenía cómo el mejor de los desguaces, y tenía localizados un par de 405, por haberle quitado a uno 5 días antes el piloto del intermitente.


El jefe resulta de una bordería bastante desagradable. Me dejaba la luna en 15 euros, sacandola yo, y la puerta completa (la tengo muy jodida) en 45 euros ya desmontada. Pero montar una puerta entera con todos los cables electricos (cerradura, ventanilla y altavoz) parece demasiado complicado.

Nos dió la hora de cierre entre la indecisión de si comprar toda la puerta o no, y la incapacidad de desmontar un cristal, así que no pude preguntar en otros desguaces. Sí pregunté en una tienda de lunas, en la cual me la vendían nueva (y por tanto desmontada) por 30 euros.

Mientras tanto, tras infinitas llamadas en las que o no lo cogían o comunicaba, conseguí contactar con La Torre, y tras una segunda llamada más tarde me confirmaron que tenían esa luna disponible por 6 míseros euros... si era capaz de desmontarla.

La Torre es sin duda el desguace más grande de Madrid (por tanto posiblemente de España), está situado nada más pasar Parla en la carretera de Toledo. También por la zona sur, pero no tan cerca cómo parece.


Ver mapa más grande

Una vez allí costó encontrar un 405, pues los tenían en el pasillo de otra marca.


Y una vez encontrado, el problema de sacarlo. Sacarlo es difícil al ser la puerta una única pieza. Es decir, la puerta no se puede desmontar en dos partes, una a cada lado del cristal, es una sola, con un hueco en medio para el cristal.

El cristal va enganchado en una pieza que lo sujeta. Esta pieza se desplaza por un riel para subir o bajar el cristal al usar el elevalunas electrico. Estando el cristal bajado, es posible desengancharlo de esta pieza, al existir un agujero por la parte de dentro de la puerta. Pero estando subido no hay manera de quitar el cristal. Afortunadamente, encontramos un coche en el que la pieza a la que está enganchado el cristal estaba medio suelta, y se podía bajar.

Destrozamos esa puerta completamente para intentar sacar el cristal, dandonos cuenta de lo imposible que sería luego meterlo y recomponer la puerta. Afortunadamente caí en el truco: girar el cristal casi 90 grados estando bajado para sacarlo por el lado estrecho. Había que forzar un poco la puerta al ser curvo el cristal.


En ponerlo no tardamos prácticamente nada, sabiendo el truco de girarlo. Costó meterlo en los rieles al quedar todavía cristalitos. Todavía no lo he puesto completamente (no se puede bajar), pero por lo menos ya puedo dejar el coche aparcado en la calle.


Para entonces ya eran más de las 4 (la luna se rompió antes de las 11), y todavía estabamos sin comer. La zona era bastante triste para sacar los bocatas, así que estando en la carretera de Toledo, aprovechamos para ir a esta ciudad a comer y dar una vuelta.

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